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La Covid-19, una historia mal contada.

Cuando todo se reduce a una secuela, perdemos el norte de la realidad. Marzo de 2020.



Este coronavirus (entonces todo el mundo lo llamaba así y muchos/as hacían chistes malos con él «por ser cosa de chinos. China. ¡Uy….Qué lejos!») ponía de rodillas a Italia (bueno, tampoco están tan cerca estos ‘italianini’). Pero entonces algunas/os, empezamos a enfermar aquí.


Y resulta que tuvimos que quedarnos en casa. Todo el mundo tenía que quedarse en casa. Las/os sanas/os y las/os enfermas/os. Todas/os.


Al teléfono:

-Me siento mal. -Aguanta todo lo que puedas. Aquí no puedes venir. Tienes coronavirus.

-Y ¿adónde voy? ¿Qué hago? Estoy muy mal. Tengo 39 de fiebre. -Toma paracetamol y bebe mucha agua. Intenta aguantar lo que puedas. No puedes venir con esa tos. No te dejan entrar. -No puedo respirar, me mareo, la cabeza me va a estallar, no puedo tragar ni saliva y estos malditos pitidos en los oídos. -¡Quédate en casa! Urgencias es la ‘puta’ guerra. Estarás en un pasillo si no ‘eres UCI’.

¿Has perdido el olfato? -Sí. La comida me sabe a metal. -Eres ‘sucia’. No se te ocurra moverte a ningún sitio. Y con mascarilla en las zonas comunes de la casa. Aguanta todo lo que puedas. (Aclaro que mi hijo tenía, por entonces, doce años y yo no podía estar recluida en mi habitación todo el tiempo. Fue médico, enfermero y hasta terapeuta… Fue todo. Más que nunca, el ancla que me ata a la vida).



La Covid-19, una historia mal contada. Inicio


Interminables fueron las semanas de toallas mojadas en la frente para combatir el dolor y poder dormir; para ahuyentar el miedo a no despertar tras escasas horas de sueño etílico.

Este breve prólogo de la pesadilla que comenzó, hace 19 meses, es el inicio de la historia de Long Covid-19 en la que miles de personas, como yo, se reconocen.



La Covid-19, una historia mal contada. Lo que no se contó.


La Covid-19 llenaba los hospitales, saturaba las UCIS. Y mientras ocurría eso miles de personas enfermas, desconcertadas y desatendidas (con paracetamol y agua, eso sí) permanecíamos en nuestra casa a la espera de nuestro turno .Pero nadie lo sabía. Sólo nosotras/os.


Nos convertimos en espectadoras/es silenciadas/os de noticieros rebosantes de cifras de contagios, muertes, incidencias y curvas.

No se hablaba de nosotras/os: las/os no hospitalizadas/os, los/as no fallecidos/as y las/os no recuperadas/os.


Y seguía contándose mal la historia cuando ya no había confinamiento: las/os enfermas/os escondidas/os de la Covid-19, ahora habíamos pasado a ser las/os enfermas/os raras/os que seguíamos teniendo síntomas de la enfermedad y nadie sabía por qué (Long Covid-19).

Una de las máximas que se aprenden en el ejercicio de la Medicina, es que no hay enfermedades, sino enfermas/os. Y, también, que la enfermedad se puede manifestar de mil y una maneras.

Pero entonces llegó la Covid-19 y de una patada hizo revolverse en su tumba al ilustre Galeno.



Un juego constante


Con la Covid-19, se juega constantemente al todo o nada y quien menos entiende es quien más opina.

Cuando no has estado ingresada/o en UCI, entonces no has estado grave o no te has contagiado (menos mal que tuve un testigo, de otro modo hubiera creído que me había abducido un extraterrestre).

Que no tienes una PCR positiva en Sars-Cov-2, ergo no tienes Covid-19. No importa si la PCR casi llegó en Navidad como El Almendro (durante marzo y abril de 2020). Tampoco que la PCR sólo mida si contagias o no cuando te la hacen. (Y, a veces, ni eso). Tú no tienes Covid-19. Tienes a Alien.

Lo cierto es que la primera ola estuvo carente de demasiadas cosas. Sobre todo de información. Y de aquellos barros, estos lodos.


No se contó que:


-La Covid-19, causada por el virus SARS-CoV-2, es una enfermedad que puede ser de larga duración o crónica para muchas personas. (Long Covid-19). -Puedes infectarte del virus Sars-Cov-2 y contagiar a otra/o (PCR+) pero pasar una Covid-19 aguda sin síntomas (asintomática/o) y por tanto, no te enteras. -Es posible no enfermarte en ese momento de la infección pero empezar a enfermar cuatro meses después. (Long Covid-19).

-No contagiar (PCR-) a otra/o pero sí, enfermar de Covid-19 con síntomas o sin síntomas en el momento de la infección por SARS-CoV-2. Y, que ambas condiciones, pueden hacer que la enfermedad se prolongue o surja meses y meses después. -Algunas/os enfermas/os de Covid-19 ingresaron en un hospital y otras/os, no. Pero todas/os somos enfermas/os de Covid-19.

-Y (¡Aquí viene lo gordo!) no se contó que este jodido SARS-CoV-2 es persistente en algunas/os enfermas/os de Covid-19, se esconde en reservorios y no deja que la Covid-19 termine, acabe, pase o se supere (Long Covid-19).

Todas/os sabemos lo que se contó sobre la Covid-19.Pero es infame que sin poder escudarse ahora en el argumento que sirvió entonces para todo – explosión de la pandemia y desconocimiento del virus-se sigue contando lo mismo, es decir, no se cuenta la verdad.


Enfermas/os


A medida que se han sucedido las olas de contagios y variantes, ha ido creciendo la cantidad de enfermas/os crónicas/os de Covid-19 (Long Covid-19).

Pero lejos de tenernos en cuenta, aun sabiendo de nuestra existencia, es más rentable hacer la vista gorda y considerar enfermas/os de pleno derecho a aquellas/os que con hospitalización, tienen un daño orgánico permanente o secuela de la Covid-19 (fruto de la infección y /o del propio ingreso hospitalario) y olvidarse de las/os que mantenemos la sintomatología de la Covid-19, con secuelas o sin secuelas, debido a un Sars-Cov-2 persistente y cabrón (Long Covid-19).

Decía Platón que nadie es más odiado que quien dice la verdad…. pero como no soy Platón es mejor una verdad dolorosa que una mentira útil.



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